jueves, 15 de junio de 2006

Me quito el sombrero.

Impresionante.
Un equipo de 80 medicos ha conseguido separar con éxito a dos hermanas siamesas de diez meses de edad, tras un güevo y parte del otro de horas en un quirófano.
Que valor hay que tener para coger un bisturí, ponerse a cortar y separar a dos criaturas que comparten casi todos sus órganos.
Y después de cortar, hay que reconstruir.
Nunca me cansaré de hablar bien de los medicos (en general, que también la cagan a veces).
Casos como éstos, me dejan boquiabierto.
Si yo me equivoco en mi trabajo, unos cuantos miles de euros se pueden ir al garete,pero si ésta gente se equivoca, una vida se les puede ir de las manos.
Yo no tendría valor suficiente para hacer nada semejante.
Hace un tiempo, me bajé con la mula un documental médico en el que se instalaba una prótesis de caderas a una persona.
Lo que ví me dejó flipao.
Como si fueran carpinteros a veces, otras albañiles, y otras mecánicos, usaban sierras, destornilladores, martillos, tornillos, radiales, taladros, para cortar, ajustar y recomponer una cadera rota.
Y nada de lindezas.
A golpes tutiplén.
Tras la operación, la persona con su cadera nueva limpia y reluciente, pudo volver a andar en un mes.
La leche.
A ver si ése al que llaman Dios es capaz de hacer algo así.
Que me lo demuestre.
Si es capaz de hacer algo semejante, me la corto.

Venga, te reto a que lo hagas.

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