Un hombre ciego entra en un bar de lesbianas por equivocación.
Se las apaña para llegar hasta la barra y pide una copa, y
tras estar un rato sentado en la taburete le grita al
camarero:
Eh, tu, ¿te gustaría oír un buen chiste de rubias?
Inmediatamente se hace un silencio total en el bar y con una
grave, profunda y áspera voz, la mujer que esta sentada junto
a el le dice:
Antes de que cuente ese chiste, señor, y en atención a su
minusvalía física que le impide ver, creo que lo justo es
que le advierta de cinco cosillas: Que la camarera es rubia.
Que el portero del bar es una mujer rubia. Que yo mido un
metro ochenta, peso 80 kilos, soy cinturón negro de
karate
y tengo el pelo rubio. Que la mujer que esta conmigo es
levantadora de pesas y es rubia; Y que la dama que esta
sentada al otro lado de usted es una luchadora profesional
y también es rubia. Y ahora que sabe eso, piénselo
cuidadosamente: De verdad todavía quiere contar ese chiste?
El ciego piensa durante un par de segundos, menea la cabeza y
contesta:
Naaa... Pues no lo cuento... ¡Paso de tener que explicarlo
cinco veces!
Este lugar es mi lugar. Cafre, por supuesto...¿que te puedes esperar de un botijo?
viernes, 15 de diciembre de 2006
Uno de rubias
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